viernes, 1 de marzo de 2013

Pasando por la muerte.

Ayer,
fui por mi maleta y mi guitarra
al lugar donde me estaba hospedando, para llevarlas
a la casa donde ahora estoy.
Como queda cerca
un lugar del otro,
sin mayor problema
me fui caminando. 
Con mi guitarra y maleta en mano comencé mi trayecto.
Recuerdo que me sentía mal,
tenía calentura y me sentía débil.
En el caminar hacía mi destino
pase por una funeraria y pensé
tantas cosas.
Como puede ser posible
que me sienta mal
si estoy vivo, seguramente
el que ahora esta en el ataúd
quisiera salir, dar pasos grandes,
saltar, llorar, enfermarse
de cualquier cosa,
pero estar vivo.
Vi como la calle Colima
se llenaba de lágrimas,
de recuerdos y de un adiós eterno.
¿Enfermo? No, no puedo estarlo.
No después de pasar
por un lugar que me recordo
que estar vivo es levantarse
de esas debilidades,
de esos miedos,
de esos límites,
que nos tratan de vencer.
Hay que estar enfermos de valor, de coraje, de Dios, de amor,
de libertad, de ayudar,
de nunca dejar de soñar.

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